Comparto lo que la Palabra de este domingo me
sugiere. He estado en un curso sobre afectividad y precisamente lo que
aprendemos a trabajar es la sanación de las heridas afectivas con el amor. Las
heridas son la huella que deja en el alama la falta de amor. Y eso no se cura
con otra cosa con el amor. Desde el seno materno somos sostenidos por Dios, y
ya desde el seno materno algunas personas sufren el rechazo de sus padres. Con
los años descubres que no fuiste deseado yo que supusiste para tu familia una
carga no acogida. Las mayores heridas
son las que se sufren entre los tuyos. Como Jesús que no es aceptado por “los
suyos” los de Nazaret y su propia familia.
Encontrarte en la vida con que antes que nadie, antes que todo, en tu
existencia Dios te amaba, es vital. Para Dios todos, absolutamente todo ser
humanos, es amado con amor de predilección. PRE – Dilección. Amor siempre
previo, siempre primero. Desde ese cimiento podemos construir la necesaria
autoestima para vivir.
Me he fijado en el refrán que Je´sus cita “Médico
cúrate a ti mismo”. Me ha recordado a lo que Jesús escuchó en la Cruz: “sálvate
a ti mismo”. Es la gran tentación. Es la gran mentira en la que vive nuestro
mundo hoy más que nunca. “Vive para ti – ve a tu avío – sálvate tú y que cada
uno se busque la vida”. Esta es la salvación que ofrece la New Age, el Reiki y
todas las demás técnicas aparentemente inofensivas que tan de moda están. Jesús
nos enseña que te curas amando, curando a los demás. Si buscas tu propia
curación te autodestruyes, si vives en el Amor, la Caridad, te curas. Esto es
una gran verdad que Él nos enseña desde la Cruz. Y esta gran verdad es
contracultural y revolucionaria siempre. Pero el Señor nos dice que no tengamos
miedo, que nos ciñamos los lomos, que él nos hace plaza fuerte… tenemos una
gran Misión. Vamos a ellos. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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