martes, 18 de octubre de 2016

SAN LUCAS EVANGELISTA

Palabra del Señor Yo me imagino que Pablo se apañaba él sólo y sin embargo casi siempre trabajaba en equipo. En este caso estaba con él Lucas. También Jesús envía a los setenta y dos de dos en dos. También Dios no actúa sólo, siempre lo hace contando con alguno de nosotros: Dios y Abraham, Dios y Moisés… Y nosotros tantas veces nos dejamos llevar por el individualismo que impera, remando cada uno por su cuenta esta barca no avanza. Lucas nos presentó el modelo de comunidad cristiana en los Hechos de los Apóstoles. Eran unánimes y concordes.  Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

domingo, 16 de octubre de 2016

SEMANA VIGÉSIMO NOVENA TO CICLO C DOMINGO

El domingo pasado la Liturgia nos invitaba a fijarnos en la acción de gracias y en la alabanza. Este es la oración de súplica hecha con fe. El pasado domingo utilicé en la Eucaristía uno de los prefacios que dice “Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación”. Dios no necesita que le alabemos, ni que le amemos, no es como nosotros que sí necesitamos ser amados y reconocidos por los demás. Pues él tampoco necesita que le supliquemos, él sabe lo que necesitamos antes de que se lo digamos. Somos nosotros los que necesitamos orar y pedir. ¿Por qué? porque necesitamos ponernos ante Dios en actitud de súplica. ¿No es una postura injusta por parte de Dios? No, si no fuera así la soberbia nos perdería. La oración, como nos dice Santa Teresa que celebramos hoy, es tratar a solas de amistad con quien sabemos que nos ama. Pero ese trato de amistad no es entre dos iguales. Dios quiere tener conmigo una relación de amistad, pero sin dejar de ser Dios, no es mi amiguito ni mi amigote. Es mi Creador, la razón de mi existencia, la roca sobre la que construyo mi vida. Al suplicar reconocemos la radical indigencia de nuestro ser, que no somos nada sin Él que es nuestro aliento. Además, es muy sano que pidamos que lo que necesitamos. Hay relaciones como en el matrimonio, donde se da por sabido lo que el otro necesita y, si sabe que yo necesito un beso ¿por qué tengo que pedirlo? Sucede que a veces reprochamos y pataleamos como niños pequeños en vez de pedir las cosas. Pues con Dios lo mismo, él quiere tener una relación “muy normal” con nosotros y no ser el “Genio de la lámpara” aue concede deseos.


Podemos decir muchas cosas de la oración. La segunda que quiero subrayar es la intercesión. Mientas Moisés tenía levantados los brazos vencía Israel, cuando los bajaba perdían. El desánimo nos hace perder la batalla contra el mal, por eso la oración no puede cesar, es como pedalear en una bicicleta. Si vamos cuesta arriba vamos para atrás. Hace un par de días un amigo le decía a otro: “Oye, ¿qué paso de ese chico que me pediste que intercediera? Es por si puedo bajar ya los brazos”. Es una forma de hablar basada en la lectura de hoy. No podemos bajar los brazos. Y no es que nosotros, al no dejar de pedalear conseguimos que Dios haga lo que nosotros queremos. Esa es la mentalidad mágica del que quiere manejar a Dios. Porque, ¿qué es la intercesión? Es un acto de amor. Cuando yo dedico tiempo y energía a poner ante Dios a alguien en la oración lo estoy amando. Ahí está el secreto. Al orar por alguien es como si estuviésemos tirando de él para que se sumerja en la  corriente del amor de Dios que es un río inmenso. Los que oramos ya vamos en esa corriente y al orar por alguien le tendemos una mano para que se deje llevar con nosotros. Y Dios, que lo puede todo, no quiere hacer nada sin contar con nosotros. Es como un motor de un coche estupendo, pero que si nadie activa el contacto metiendo la llave, no se pone en marcha. Así es la intercesión, es la llave que pone en marcha el motor de la Misericordia de Dios. Podemos aprovechar este fin de semana para levantar los brazos por alguien, por retomar la intercesión que quizá abandonamos desanimados, para incluso orar por alguien a su lado, con su mano cogida y dejando que escuche nuestra plegaria de amor. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

viernes, 14 de octubre de 2016

SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO VIERNES



Actuar sin miedo en la vida. El mayor temor que nos asalta es el miedo a la muerte. Hoy voy a asistir a dos entierros. Uno de un feligrés al que no conozco y otro de un sacerdote de 53 años. El cáncer mata el cuerpo pero no puede matar el alma. Los dos acogieron al Espíritu Santo que los marcó con su sello. En esta vida han podido conocer a Dios e iniciar una relación con él. Con este Dios que nos tiene los cabellos contados y no se olvida de ninguno de sus hijos. Estas palabras me llenan de consuelo en esta mañana de viernes triste y gris. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

jueves, 13 de octubre de 2016

SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO JUEVES

Ayer participé en el bautizo de la hija de unos amigos que han querido que yo sea su padrino. Fue precioso ver la felicidad de estos padres. El embarazo llegó cuando estaban casi hechos a la idea de que no llegaría. Esta hija es un verdadero regalo. Vivimos el bautismo de María del Carmen con mucha profundidad. Al leer la primera lectura de hoy me ha acordado de esta niña que antes de la creación ya estaba en la mente de Dios y fue elegida para ser hija suya para alabanza de su gloria. Lo que hicimos ayer fue hacer palpable mediante el agua, las palabras y los demás signos, el designio de amor que Dios tiene para esta niña. Para siempre María del Carmen será hija amada de Dios. Tú y yo también. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

martes, 11 de octubre de 2016

Me decepciona más una persona que ha querido vivir de una buena imagen falsa que una persona abiertamente pecadora.  Prefiero a un enemigo al que mirar de frente a un amigo falso. Todos tenemos contradicciones, vivimos con una irremediable dosis de ambigüedad, nos autoengañamos… pero no se puede maquinar y vivir con una doble vida, y menos aún los pastores que a veces cargamos fardos pesados en los demás y nosotros no somos capaces de vivir lo que exigimos. Esto recuerda el Papa de vez en cuando, no es lo mismo ser pecador que un corrupto. Empieza a notarse el otoño, es buen momento para entrar en nosotros mismos y ver lo que hay de fariseísmo.  Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

lunes, 10 de octubre de 2016

SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO LUNES



Al leer el Evangelio de hoy y los signos del cielo que le pedían a Jesús en su tiempo me he acordado de que anoche en cuarto milenio se hablaba de una Monja muy parecida al Padre Pío “Madre Esperanza”. Los dos arrastran a millones de personas atraídas por los fenómenos místicos sobrenaturales en sus vidas como los estigmas, bilocación… También se habla del baile del sol en los lugares de apariciones marianas. El mayor signo que Dios ha dado a la humanidad es la muerte y la resurrección de Jesús. La cruz es un signo que puede ser malinterpretado, la muerte de un líder social más que resulta incómodo y de la resurrección sólo fueron testigos unos cuantos.  Los signos que Dios nos ofrece no son demostrables, no son datos empíricos, no violentan nunca la fe.  Invitan, proponen, son brisa suave, no huracán. Son reflexiones de un lunes temprano. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

domingo, 9 de octubre de 2016

SEMANA VIGÉSIMO OCTAVA TO CICLO C DOMINGO



Los que nos movemos en el ámbito de la Nueva Evangelización hablamos frecuentemente de los conversos. Normalmente son bautizados que pasan de vivir una fe de costumbre si chispa a descubrir a Jesús vivo que los ama y los lanza a contagiar a otros su alegría de creer. Los conversos suelen tener una fuerza y un empuje que los discípulos de toda la vida sorprende y hasta molesta. Los cristianos viejos pueden pensar y hasta comentar ¿Pero qué se habrá creído este que acaba de llegar a la Parroquia? Empiezo mi homilía por aquí porque tanto Naamán como el leproso son extranjeros. Ser extranjero en la Biblia no es cuestión de nacionalidad civil, sino de ser o no ser del Pueblo de Dios escogido. El Pueblo que en principio es el depositario y destinatario de la salvación.  En nuestra situación actual los extranjeros son los que llamamos “alejados”, un término que encierra cierto juicio porque parece que son culpables de estar lejos, y muchas veces están lejos porque nosotros no los acogemos o no les hemos invitado siquiera. El amor de Dios no tiene barreras, su Espíritu Santo sopla donde quiere. Como dice la oración colecta de hoy, su Gracia nos precede, va por delante de nosotros. Y se derrama y actúa en la vida de las personas cuando y como quiere. También llega a los extranjeros de nuestras comunidades y actúa en sus vidas sanando. Hoy ya no hay lepra entre nosotros. La lepra acarreaba aislamiento y vivir lejos de la comunidad. En este caso Jesús no se acerca a los leprosos pero en otros sí llega a tocarlos saltándose las prohibiciones. Nos llama este domingo a acercarnos a los leprosos de nuestro barrio, a los que se sienten alejados e incluso excluidos de nuestra Parroquia para que sepan que los estamos esperando.


La Palabra de Dios hoy nos muestra una segunda cosa. El proceso de fe que hizo el leproso samaritano. Los diez fueron curados porque creyeron en la palabra de Jesús. Él los envió a los sacerdotes y ellos se fiaron de esa palabra y se pusieron en camino esperando que la lepra iba a desaparecer. Esa confianza es admirable, pero se queda en “vaya que poder tiene para curar este profeta de galilea”. Es la confianza que podemos tener en nuestro Fisio, médico o terapeuta de cualquier tipo. Uno de los diez descubrió algo más. Sintió la necesidad, pasando de la mediación de los sacerdotes por cierto (eran los que certificaban si la lepra estaba curada y permitían reintegrarse a la comunidad) de volver para encontrarse con Jesús. Se dio la vuelta alabando a Dios. Ese hombre descubrió que su curación era “acción de Dios”. En ese suceso y sobre todo, en la persona de Jesús, Dios salía a su encuentro. En la línea de las teofanías del antiguo testamento, este hombre descubre “Dios está aquí” primero alaba a grandes gritos y se postra para adorar a Dios en Jesús. Son tres pasos: descubrir la acción de Dios, alabar y finalmente adorar. La alabanza es la que hace de enlace entre la experiencia y la adoración. La alabanza rompe el marco de una relación con Dios interesada basada en lo que Dios me aporta utilitaristamente, a y lleva a la adoración, al reconocimiento de la santidad de Dios.  Empezamos dando gracias a Dios por lo que nos da, pasamos a alabarlo porque nos ama gratuitamente y terminamos adorándolo porque es Santo. ¿Alabas tú a Dios? Mientras no alabes no avanzas en tu relación con él.  Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.