Vivimos en la era de la comunicación. Estamos
conectados por whatsApp, twiter, Facebook, correos electrónicos, blogs, páginas
web, instagram…es impresionante. Pero ¿cómo andamos realmente de comunicación,
de diálogo? Podemos vivir relaciones virtuales, sólo a través de estos medios
sin tener relaciones cara cara “cuerpo a cuerpo”. Pienso que, al menos en las
ciudades, engañamos a la soledad con todo esto. Que tenemos problemas serios de
comunicación. Yo me analizo y me doy cuenta de que hablo menos por teléfono,
que ando escondido detrás de los caracteres y los emoticonos.
Este verano estuve en Taizé. Allí los móviles se
apagan y se guardan. Se queda como toda la vida (los que tenemos una edad lo
hacíamos) en un sitio y a una hora. Es
una experiencia muy saludable. Pienso que deberíamos ayunar de internet y de móviles
y de televisión de vez en cuando para saborear de la comunicación real. Deberíamos
quitarnos los cascos de los oídos para escuchar. ¿A quién he escuchado de forma
tranquila y activa en esta última semana? ¿A quién le he dicho “te quiero” en
los últimos días? En definitiva ¿qué calidad tiene mi comunicación?
Jesús viene hoy a nuestra celebración a meternos
los dedos en los oídos y a tocar nuestra lengua para que nos abramos. Nos dice
«Effetá». Él es la Palabra de Dios hecha carne, es el Maestro del diálogo. Él
puede desbloquearnos afectivamente para que podamos desbloquear a otros. Cuando
nosotros estamos sanos creamos a nuestro alrededor espacios de diálogo. Los
desiertos se convierten en vergeles. Cantemos para que la justicia florezca en
nuestra tierra y la paz empape la tierra. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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