La felicidad y la bienaventuranza del cristiano
siempre están jalonadas de luchas y padecimientos. No nos ahorra el ser
cristianos ningún sufrimiento, sino más bien por ser discípulos de Cristo rebosan
sobre nosotros los sufrimientos de Cristo. Es esa mezcla de dolor y aliento que
describe tan bien San Pablo y que expresa la última bienaventuranza, la
felicidad de ser perseguidos por su causa. Y esto no es una teoría, es la
realidad de muchas comunidades cristianas hoy. Oremos hoy de un modo especial
por nuestros hermanos perseguidos para que llegue a ellos el aliento que
nosotros recibimos. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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