Una forma de hacernos sosos, de perder el sabor del
Evangelio es la falta de coherencia. Decir un día sí y otro no. Dios no puede
negarse a sí mismo y su sí es irrevocable y en Jesús ha dicho sí por él y por
la humanidad. Cuando empezamos el día mirando al Señor y dejamos que brille su
rostro sobre nosotros y vemos su sí, no podemos decir un no. Su promesa asegura
nuestros pasos y no nos puede dominar ninguna maldad. Me acuerdo de una
canción: “hacen falta si en el mundo, hacen
falta si al amor…”. Yo hoy renuevo mi sí como cada mañana. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario