Hoy me levanto preocupado y triste. Ayer, justo
después de celebrar con la Delegación de Familia y Vida la Eucaristía, recibo
una llamada y me dicen que una chica está embarazada, el novio no quiere saber
nada y los padres de la chica tampoco la animan a apostar por la vida. Abrahán
suspiraba por un hijo, por una descendencia que sería imposible de contar. Los
no nacidos ya son también innumerables. En España, cada año, es como si
desapareciera la ciudad en la que vivo. El pacto más básico es el de respetar
la vida, la palabra más simple es «no matarás». Si nos callamos somos unos
embusteros. Y si no hacemos nada cómplices. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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