Ayer los Israelitas decía que les daba nauseas el mana «ese pan sin
cuerpo». Precisamente nuestro maná es la Eucaristía, el Cuerpo de Cristo. Que importante es el cuerpo, no somos sólo
cuerpo, pero el alma y nuestro cuerpo están tan unidos que por ejemplo, cuando
una persona sufre en su cuerpo violencia, abusos, desprecios, la herida llega
hasta lo profundo del alma. Arrastramos muchas
heridas que tienen que ver con nuestra corporalidad. Podemos sanarlas, Jesús
puede sanarlas. El Verbo tuvo un cuerpo, tejido en el telar de María, que colgó
de la cruz y glorioso salió del sepulcro. Y con su cuerpo Jesús se relacionaba
en lo cotidiano con los demás, abrazaba y era abrazado. Yo echo de menos algunos abrazos pero no me
quedo quejoso esperándolos, hay muchos que necesitan de mis abrazos ¿A quién
vas a abrazar hoy? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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