Si Jesús hubiera echo bailar el sol los fariseos
hubieran seguido sin creer en él. Cuando una persona está cerrada a la fe, los
milagros no le llevan a creer, siempre hay otra explicación para no aceptar lo
que se muestra. Porque la fe siempre se queda en el límite de lo que se muestra,
nunca es demostrable. Aceptar esto es un sacrificio de humildad que agrada a
Dios mucho más que las demostraciones de poder que a veces hacemos en la
Iglesia. Somos muy pobres y no podemos nada. No podemos más que mostrar la
alegría de vivir una vida trasformada por el encuentro con Jesús. Algo que no
arrastra masas sino que va contagiando a los que el Espíritu Santo trabaja
interiormente. Ofrécele al Señor tu pobre testimonio como sacrificio de
alabanza. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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