La lepra en el Evangelio nos habla de la
marginación en tiempos de Jesús. No sabían muy bien lo que era, pero sí sabían
que era contagiosa y había que alejarse de los que la sufrían. Era algo
terrible su vida apartados de todos, de su familia y sus amigos. Con otras
dolencias como la epilepsia de las que casi nada se sabía, históricamente
también se ha aplicado la marginación como respuesta. La primera pregunta que
podemos hacernos este fin de semana es: ¿a quiénes marginamos nosotros? O utilizando palabras del Papa ¿a quiénes
descartamos?
El segundo paso es mirar a Jesús. Lo observamos muy
bien en este Evangelio. Deja que el leproso se acerque, lo mira y lo escucha. Y
experimenta la compasión. Se hace una idea de lo que este hombre sufría, deja
que su dolor y su marginación toquen las fibras de su alma (eso es la
compasión) y reacciona, lo toca y lo limpia. Ya decía el antiguo Testamento que
Dios es compasivo y misericordioso, los musulmanes lo repiten también mucho.
Nuestro Dios tiene entrañas de madre y le duele lo que a nosotros nos duele,
sufre y padece con nosotros. ¿Has visto el bien que hace a las personas ser
conscientes de que dios sufre con ellas?
Y el tercer paso y nos viene muy bien a las puertas
de una Cuaresma centrada en esto nos preguntamos si estamos enfermos de
indiferencia que es lo contrario de la compasión. Ya lo dijo el Papa en
Lampedusa, en su primer viaje apostólico, que el mundo está afectado de una
globalización de la indiferencia. Piensa en la última vez que has visto a
alguien sufriendo, descartado, marginado, en directo o en los medios de comunicación.
¿Has sentido algo? ¿Has reaccionado? Ponte el termómetro de la indiferencia y
mira a ver. Tendremos cuarenta días de travesía por el desierto para educarnos
en la compasión. Para ver las lecturas pincha aquí.

No hay comentarios:
Publicar un comentario