Hace unas semanas un joven se sorprendía de que
Jesús hubiera pasado la mayor parte de su vida en Nazaret como uno de tantos.
No lo sabía, pensaba que su vida pública había sido más larga. La vida oculta
de Jesús es algo apasionante. Carlos de Foucold profundizó en esto y trataba de
imitarlo en su vida. Lo que celebramos hoy es ese aspecto de la vida de Jesús
tan ordinario de vivir en el seno de una familia, con los mismos problemas y
alegría que nosotros. Jesús fue creciendo como dice el evangelio. No era un
bebé con superpoderes. Tuvo que crecer y pasar por nuestras mismas etapas de
maduración personal. También le fue trasmitida la fe por sus padres. S. José lo
enseñaría a rezar, a leer le Escritura a cantar los salmos. Una de las escenas más bonitas de la Pasión de
Mel Gibson son los momentos de intimidad familiar que María recordaba mientras
lo esperaba en la calle de la amargura. Creo que nos hace mucho bien contemplar
esta realidad de la encarnación. Santa Teresa es maestra en la oración de
contemplación de la humanidad de Jesucristo. Podemos hoy meditar y contemplar
al modo ignaciano, montándonos una película un día en la vida de Nazaret. Y
desde esa contemplación orar por las familias. Conocemos familias con problemas
y dificultades de todo tipo. Y orar por la nuestra, contemplar desde fuera
nuestra realidad familiar e introducir en ella este aspecto de la encarnación.
Cada familia es una Iglesia doméstica donde en lo ordinario se vive el milagro
de la vida nueva del Espíritu. El matrimonio y la familia es lo más básico y lo
más fundamental de la vida de la Iglesia. Ni la vida consagrada ni otras muchas
realidades comunitarias se pueden equiparar. Demos gracias hoy por nuestra
familia y doremos su misterio. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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