domingo, 9 de noviembre de 2014

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

Voy a interpretar las lecturas de esta fiesta desde la clave que lleva varias semanas repicando a mi alrededor. Es la relación con Dios. Celebramos la dedicación del Templo donde está la sede del Obispo de Roma. El templo es el espacio visible donde, de forma privilegiada sucede la relación de los creyentes con Dios.  El cristianismo como las demás religiones ha ido dedicando trozos del planeta al culto al Dios Trinitario y levantando edificios que señalan en los paisajes urbanos o rurales que allí se reúnen familias cristianas. Tristemente hay muchos templos vacíos y parroquias donde ni siquiera todos los domingos se celebra la Eucaristía.

Pero el cristianismo es diferente a las demás religiones porque ha desacralizado el templo y ha sacralizado el cuerpo humano. Nos relacionamos con Dios a través del templo y San Pablo nos ha dicho que somos templos del Espíritu Santo y esto no es una metáfora. Hace unos días un joven se sorprendía de nuestra fe en la resurrección del cuerpo. Para los cristianos el cuerpo no es algo malo que se opone al espíritu que es bueno. Honramos el cuerpo de los muertos precisamente porque ha sido templo de Dios que un día resucitará como piedra viva de la Jerusalén celeste.

En mi cuerpo, hay un DEBIR, un santo de los santos, donde habita Dios y donde sólo puedo entrar yo para encontrarme con Él.  Es maravilloso experimentar la presencia del Espíritu Santo en mí. También mi cuerpo sirve para mostrar mi relación con Dios. Oro yo entero, con mi cuerpo y mi alma. Me arrodillo, me postro, me recojo, extiendo los brazos, junto las manos, sonrío, lloro y hasta danzo. Hace tiempo me costaba besar a mi madre, estaba bloqueado. Un día me desbloqueé y empecé a besarla de nuevo. Es maravilloso sentir que en nuestra relación con Dios nos desbloqueamos de complejos, miedos y ridículos y dejamos que lo que sentimos por él fluya como el agua del Templo de Jerusalén. Cuando dejamos que la alabanza fluya con libertad surge a nuestro alrededor vida y sanación. Nuestro cuerpo se convierte para los demás en un signo de la presencia de Dios en el mundo (como la silueta de una Iglesia en el horizonte) signo de una relación de amor y gratuidad. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.


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