Al leer la primera lectura me acuerdo de Caín y
Abel. El sacrificio de Caín no era agradable a Dios porque no lo ofrecía con un
corazón noble sino con mezquindad. Como decía el Papa un día no puede echar en
el cepillo de la Iglesia para tranquilizar su conciencia donativos del dinero
ganado en la corrupción. Me encanta la campaña publicitaria de Hacienda que
trata de que seamos conscientes de que cuando defraudamos nos estamos
fastidiando a nosotros mismos y a los demás. Despojémonos de todas las pequeñas prácticas
deshonestas que “todo el mundo hace” para que nuestras ofrendas no ofendan la
Santidad de Dios. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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