Tomás es un “testigo del Señor” que por cierto así
se llama el nuevo Catecismo para preadolescentes de la Conferencia Episcopal.
Es testigo porque ha confesado la fe, no una fe meramente intelectual, él ha
metido los dedos en las llagas y ha sido capaz de acoger lo que sus sentidos y
su mente no pueden “manejar”: la divinidad. Por eso exclama: “Señor mío y Dios
mío”. La experiencia de Dios nos hace testigos, esta experiencia no tiene por qué
ser una Tabor; la experiencia cotidiana de la oración basta. Cuando hablamos de
Dios o mejor, cuando nos ven hablándole a Dios se nota que es algo más que una
idea preciosa de nuestra cabeza. ¿Eres tú testigo del Señor? Feliz día y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario