No sé si os pasa a vosotros los mismo pero cuando
alguien me da demasiado nace en mí una inquietud ¿Cómo me va a pedir que le
devuelva el favor? También me ocurre cuando tengo que pedir un favor, en ocasiones me echo atrás pensando: "Uff
luego tendré que devolver este favor". Somos así de mezquinos, como dice
Lolo tenemos un corazón de ratoncillo. Lo de dar sin esperar nada a cambio, la
gratuidad nos queda como ponernos un zapato dos número menor, no damos la talla.
La concupiscencia que hay en nosotros aunque estemos bautizados deja en
nosotros un poso de desconfianza. ¿Os pasa a vosotros o es que yo soy de otro
barro?
Ayer lavaba en mi parroquia los pies a un grupo de
hermanos que vive alguna de las vocaciones de la Iglesia: la vida consagrada,
el matrimonio, el servicio a los pobres y los enfermos, la catequesis la
liturgia… Como dice el Papa en la Evangelii gaudium los agentes de pastoral
corremos la tentación de mundanizarnos y vivir nuestro trabajo en la viña como
un mero voluntariado sin los valores del reino. Lo hago si me sobra tiempo,
cuando me viene bien… no cobro pero espero sacar algún partido a esto…
Hoy nos ponemos cara a cara frente a Jesús
crucificado. Esto no es ni mucho menos un voluntariado, es entregar la vida.
¿Nos incomoda la cruz? lo digo en el sentido del principio. Acoger tanta
riqueza, un amor tan grande no es cómodo. Creo que a veces vamos huyendo de la
cruz por eso. Puestos ante Él hoy es un día para preguntarnos ¿Qué estoy dispuesto
a hacer yo por Él? Y mirando a la cruz podemos dar gracias por nuestras cruces.
Esas situaciones en la vida que no elegimos (como el voluntariado) que nos
vienen dadas (son regalo) y que son una terapia para trasplantarnos el
corazón. Somos tan pobres que necesitamos
de las cruces para ser capaces de amar. La Gracia que todo lo transforma pude
convertir una aparente "desgracia" en liberación y redención. Feliz Viernes Santo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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