sábado, 22 de marzo de 2014

SEMANA TERCERA CUARESMA CICLO A DOMINGO

En nuestro peregrinar cuaresmal llegamos a una pozo con sed y nos encontramos con un Galileo, es Jesús, el profeta. Está sentado junto al pozo, hace calor y nos pide de beber. Jesús tiene sed. Moisés podía sacar agua de la roca y este Jesús que puede convertir las piedras en pan pide de beber y encima a una mujer y encima samaritana. Así es Jesús se rebaja, se empobrece, no va de sobrado, de autosuficiente. Él se hace sediento para que nosotros seamos saciados, pero saciados de verdad no como los jóvenes que ayer se emborracharon en la fiesta de la primavera de Granada que hoy se levantan de nuevo con sed.

Todos somos cántaros, somos radicalmente necesitados, somos sedientos. El Pueblo de Israel en el desierto estaba angustiado y cabreado por la escasez de agua. También  nosotros vamos por la vida buscando ser saciados con mayor o menos asiedad. Los que vivimos en la sociedad de consumo, centrados en las necesidades más inmediatas del comer, vestir, diversión, dinero… nos atiborramos de muchas cosas y por un tiempo la borrachera funciona pero luego, pasada la resaca, seguimos vacíos. Este estilo de vida ahoga la esperanza de alcanzar "algo más" y pos su puesto de alcanzar la gloria. La Penitencia cuaresmal es una terapia para descubrir los enganches que tenemos de lo que no nos sacia. Esta mujer, después de conocer a Jesús dejó su cántaro en el pozo. ¿Somos nosotros capaces de dejar nuestros cántaros?


Si nos empobrecemos de hábitos de consumo insanos y de relaciones humanas sanguijuela (utilizamos a los demás y les chupamos el afecto que necesitamos) podremos llenarnos del agua viva del Espíritu Santo. El Espíritu Santo derramado en nuestros corazones nos  da la seguridad de que ya estamos en paz con Dios porque Jesús ha muerto por nuestro pecados. El que experimenta esto percibe que no es un depósito de agua viva sino una fuente, un surtidor que salta hasta la vida eterna. Sin cántaros pesados podemos correr a anunciar a otros que hemos encontrado al Mesías. Podemos anunciar la alegría del Evangelio sobre todo a los pobres de miseria espiritual, de los que nos habla el Papa en su Mensaje, los que viven como si no necesitaran a Dios, sin esperanza y no saben que él los ama y los espera. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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