Este fin de semana me ha sido imposible escribir la
homilía porque hemos tenido un encuentro de universitarios en Jaén. Voy a
intentar escribir la homilía que ayer prediqué en Úbeda, en el oratorio del
Convento de San Miguel. Empecé haciendo referencia a que en ese lugar se
encontraba la celda donde murió San Juan de la Cruz, instantes después de decir:
“me voy al cielo a rezar maitines”. La noche del 13 al 14 de diciembre tiene
lugar en esa capilla “el tránsito de San Juan de la Cruz” con música y poesía. Precisamente este domingo la
Palabra nos habla de la vida eterna, y San Juan de la Cruz nos recuerda que la
muerte es sólo eso un tránsito.
En la vida tenemos metas más inmediatas como
aprobar un examen, otras más lejanas como terminar la carrera o formar una
familia. La meta de encontrar trabajo es hoy muy remota para muchos
universitarios. Pero tenemos una meta mayor todavía que es la de encontrarnos
con Jesús definitivamente como decía Jota. Una meta que ya vivimos en primicia
cada día aunque siempre de forma parcial. Como San Juan de la Cruz exclamamos “rompe
ya la tela de este encuentro”. Deseamos que la presencia de Dios deje de estar
velada. Por eso podemos decir que tenemos deseos de ir al cielo. Y esto no es
una evasión de la realidad como San Juan de la Cruz y San Juan de Ávila (cuya
ruta hicimos ayer en Baeza) que se implicaron en la transformación de la
realidad, sino lo que llena de sentido toda la vida y las demás metas.
Creo que
muchos jóvenes que no tienen metas grandes, para no sucumbir en la desesperación,
buscan la evasión en el alcohol y las drogas. Esos jóvenes necesitan del
testimonio de esperanza de los jóvenes como los de la Pastoral Universitaria
que viven en el mundo con una alegría especial porque cada día viven el
encuentro con el “Amado” y hasta tienen el deseo de participar en la Eucaristía
a diario. Sed apóstoles y misioneros de la esperanza que sólo se puede tener en
Jesús muerto y resucitado. Feliz semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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