En la Palabra de Dios de esta Solemnidad se habla de Jesús como el “Testigo de la
Vedad”. Y efectivamente, en el evangelio hemos escuchado el solmene testimonio
de Jesús ante Pilatos. Estamos inmersos con mucha ilusión en el Año de la Fe.
Damos gracias a Dios por haber iluminado al Santo Padre en la convocatoria de
esta iniciativa que está removiendo muchas cosas en la Iglesia. Uno de los
objetivos de este Año es la profesión de la fe. Trabajando esto con los padres
de catequesis compruebo que no tenemos formación para expresar la fe. Nos faltan
recursos para expresar “qué creemos y quién Dios para nosotros”. Necesitamos hablar
un lenguaje inteligible y relevante para el momento actual con el que podamos dar
razón de nuestra esperanza.
Es Tremendo el contraste de la Palabra de Dios de
hoy. Jesús es rey tanto viniendo entre las nubes, glorioso lleno de majestad,
como coronado de espinas y flagelado ante Pilatos. El Reino de Dios es siempre
así, ese “ya pero todavía no”. El Reino ha llegado ya pero no del todo. Cuando
vemos tantas injusticias y tanta soledad a nuestro alrededor, y eso que
nosotros vivimos en un país del “bienestar”, tenemos la tentación de pensar que
el Reino ha fracasado. Pero es que siempre es así, hay cizaña junto con el
trigo, la primavera no termina de dar paso al verano, el combate contra el mal
no se ha acabado. Pero la batalla no está perdida no hemos llegado a la meta.
San Juan quiere que contemplemos en la Pasión la
Gloria de Jesús. Puede parecer absurdo, pero así es porque su gloria y majestad
no son las de este mundo, porque su reino no es de este mundo. Hoy le he
preguntado a los niños ¿cómo reina Jesús? Y una niña ha contestado muy
convencida: “amando”. La gloria de Jesús no es el halo de pompa de las cortes
de los monarcas que ha habido y hay. Su
gloria es su santidad, su amor verdadero y siempre fiel. Y Él reina cuando nosotros nos amamos. Cuando
nos dejamos llevar por su Espíritu y ponemos en acción la caridad a nuestro
alrededor brilla la gloria de Dios. Si
bien esto no es sin sufrimiento. Somos un pueblo real y sacerdotal. Podemos
reinar en el amor hecho servicio. Ofrecemos como sacerdotes la oblación de
nuestra vida en cada pequeño gesto y detalle de amor. Unámonos a Jesús en la
Eucaristía de este domingo para ser con Él reyes y sacerdotes. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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