Pendientes de los labios de Jesús. Así estamos
muchos de nosotros cada día, pendientes de lo que el Señor tiene que decirnos
con su Palabra. Nos alimentamos de ella, y nos sabe dulce al paladar, aunque
luego haya veces que nos dé un poco de ardor al ser dura de digerir. La
gratuidad de Dios nos resulta incómoda a los mercaderes de la vida. La oración
es como decía un poema que escuchábamos
anoche en “Sol fe ando”: “no para que acuda presurosa en mi auxilio sino para
saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo”. No tratamos de
que Dios nos solucione la vida, sino que cada día tratamos de averiguar lo que
quiere de nosotros. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario