“Dominus flevit”, así se llama una Iglesia que hay en
el Monte de los olivos frente a Jerusalén. Jesús desde allí lloró por la Ciudad
Santa. Como sacerdote, cuando vivo la experiencia de no encontrar respuesta a la evangelización o
simplemente la indiferencia espiritual entre en la que me muevo, me siento
identificado con este Jesús que llora. El mismo que luego derramará su sangre
por todos, hasta por los que no saben que forman parte de un sacerdocio real.
¿Sabremos nosotros, lo que costó nuestro pecado al Cordero? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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