Ayer preguntaba a los niños cómo llamaban a Dios
los judíos y los musulmanes y hasta ahí todo bien. Al preguntarles cómo lo
llamamos los cristianos empezaron a nombrar al Padre, a Jesús, al Espíritu.
Pero nadie supo decir los tres o “La Santísima Trinidad”. Este es un problema de los católicos: no
tenemos una conciencia clara de nuestra fe trinitaria. Y a la hora de la
espiritualidad nos relacionamos con una de las tres personas divinas olvidando
a las otras. La Santísima Trinidad no es
sólo una verdad oscura y misteriosa en la que es mejor no pensar mucho. Sino
que es nuestra forma de relacionarnos con Dios, sobre todo en la liturgia
y tiene también consecuencias en las
relaciones humanas.
¿Qué tiene que ver la Santísima Trinidad con las
relaciones humanas? De la Trinidad extraemos lo cristianos una concepción del
ser humano peculiar. Nosotros somos imagen y semejanza de Dios, del Dios
trinitario. Es decir somos «persona», somos un ser en relación, no podemos
existir sin relación a los demás. Una persona sin relaciones se deshumaniza y
termina en un infierno insoportable. Somos personas para amar, si el amor es la
esencia de la Trinidad, también lo es de los seres humanos. “Que importante son las relaciones en nuestra
vida”. Es un buen día para dar gracias al Dios trinitario por todas las
relaciones que vivimos y de pedir la sanación de lo que no funciona en ellas.
En el Evangelio Jesús manda hacer discípulos
mediante el bautismo. Pero la triste realidad es que no todos los bautizados
son discípulos. En el contexto actual de la Nueva Evangelización, es importante
que tengamos claro qué es lo que tenemos que hacer. No se trata de llenar
templos, de conseguir números sino de hacer discípulos. De ayudar a nuestros hermanos a descubrir la
vocación de seguidores convencidos e ilusionados de Jesús. De los variados medios que en la actualidad
tenemos a nuestro alcance hay uno que ayuda a hacer discípulos. Se trata del
Itinerario de Formación de Adultos que desde la Conferencia Episcopal se está
implantando en muchas parroquias. En
estos grupos loa participantes descubren lo que significa la unión fe y vida,
pero no a base de charlas y rollos sino a desde su propia reflexión personal
compartida en comunidad.
Doy gracias a Dios por este instrumento precioso
que tantos frutos va a dar en nuestras Diócesis. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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