Todavía resuena en nosotros la liturgia de ayer de
la Santísima Trinidad, y en ella la herencia que como hijos tenemos reservada.
Esa herencia que quiere ser arrebatada con violencia por causa de la ambición,
como vemos en la parábola de los labradores homicidas. Dice la primera lectura que en el mundo reina
la corrupción por la ambición, por esta ambición de ser como Dios, pero no como
don. Escrutemos nuestro corazón y busquemos las secretas ambiciones que tanto
nos separan de Dios. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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