San Juan era un místico y supo ver en aquella
acción del soldado un signo. Vio nada más y nada menos que la fuente de la
salvación, del amor divino brotando de
ese corazón traspasado por la lanza. Es
el amor de Dios, un amor insondable que también San Pablo descubrió y por eso
afirma que tenemos libre acceso a Dios. La Herida del costado no es solo fuente
de la que beber sino también puerta. A través de ella podemos acceder a las
entrañas divinas y conocer lo que trasciende toda filosofía: el amor
cristiano. Adentrémonos por esa herida y
profundicemos en la experiencia del Amor que Dios tiene por cada uno de
nosotros. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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