Que regalo esta Palabra al final
del curso. Cuando estamos revisando cómo han ido las actividades pastorales
podemos caer en el error de revisar resultados en clave de eficacia. Mira que
sabemos que esto de la evangelización es otra cosa, pero siempre caemos en lo
mismo. La Pastoral Universitaria por ejemplo, te da la impresión de estar
perdiendo el tiempo. Y bastantes veces me dicen “esto es sembrar, esto es
sembrar”. En la oración del miércoles de la semana pasada precisamente le pedía
al Señor que nos de la confianza de que lo que hemos sembrado dará fruto. Y la
siembra como dice el salmo es con lágrimas. Y sin que sepamos cómo la semilla
dará fruto.
Las cosas de Dios tienen comienzos
pequeños como el grano de mostaza. Al principio se pone a prueba nuestra
confianza. Así vivieron los comienzos Francisco de Asís, Ignacio de Loyola o
Juan Bosco. No sé si habéis plantado alguna vez un árbol. He plantado muchos
pero me acuerdo de una palmerilla que me dio mi tío en una lata. Hoy es como
una casa de grande. Pero es que continuamente se sigue poniendo a prueba
nuestra confianza. La Iglesia se ve continuamente sacudida para que no se nos
olvide de que somos poca cosa en las manos de Dios. Así debe sentirse el Papa en
estas semanas de intrigas y líos que nos vuelven a recordar que por muy grande
que sea la cúpula de San Pedro, el rebaño de Jesús es frágil.
Es como el efecto de la Eucaristía.
Cada comunión es una siembra. Y sin que sepamos cómo, casi sin darnos cuenta,
va produciendo su efecto en nosotros y nos va trasformando, como la palmera plantada
en la casa del Señor. A veces me pregunto ¿Cómo sería mi vida sin eucaristía? Y
este nuestro cuerpo no es una cárcel sino que se va transformando según el
modelo del cuerpo glorioso de Jesús porque con estos ojos lo veremos cuando
dejemos de caminar sin ver guiados sólo por la fe. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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