viernes, 6 de abril de 2012

VIERNES SANTO


Ayer nos dábamos cuenta de  que estamos hechos para amar,  para vivir la vida como servicio. Si no vivimos así nos pervertimos, y no servimos para nada.  Somos vasijas modeladas para acoger amor, para acoger el AMOR, y para darlo. Como un botijo que se llena y se vacía.  En la  Eucaristía nos llenamos y luego nos vamos dando.  Anoche velábamos con Jesús en el Huerto y los veíamos en esa lucha entre la carne y el espíritu, entre el barro y las manos del alfarero. Lo veíamos muy de barro.
Dice la segunda lectura que Él fue probado en todo exactamente como nosotros menos en el pecado. Y es que Jesús llegó a experimentar lo que es ser tratado como un cacharro inútil que no sirve para nada. “A otros ha salvado” , dice el salmo que hemos rezado:  «Me han desechado como un cacharro inútil».  Pero no es así,  hasta de su corazón muerto al ser traspasado por la lanza brota un manantial de Misericordia.  Nada es inútil, nada es en vano.
Nosotros vivimos una cultura utilitarista, del usar y tirar. Las cosas sirven para un tiempo, una temporada. Cambiamos de móvil cada poco y renovamos vestuario cada temporada. Esto se ha metido hasta en las relaciones humanas, hasta el matrimonio se cambia de pareja como de coche.  Porque la relación se desgasta y ya no sirve. Si no eres útil a la sociedad no sirves. Como las tribus nómadas de los homínidos primitivos. Si uno enfermaba se le abandonaba porque la tribu no podía seguir su camino. Muchas personas se sienten inútiles en este estilo de vida «¿qué hago yo aquí si no sirvo para nada?» Esto lo experimentan los ancianos, los discapacitados, los enfermos crónicos, y tristemente cada vez más niños, jóvenes y muchos que están en paro y no ven perspectivas de futuro.
En el calvario este «inútil» continua su obra hasta el final. Hay un detalle que me llama la atención en este sentido. María la Madre de Jesús vivía volcada en él. Y no sólo en el sentido humano de su cuidado. Ella se había consagrado totalmente a Él calladamente sí, pero colaboraba con él como en las bodas de Caná.  Ahora que Jesús termina ¿Qué puede hacer ella? Jesús le confía una nueva misión, cuidar de la nueva comunidad de discípulos, de la Iglesia. María como nueva Eva al pie del Árbol de la Cruz inaugura una nueva maternidad, sigue siendo útil a los planes de Dios.  
Recuerdo la historia de Ramón Sampedro, este paraplégico que se ha sido elevado a exponente de la aspiración de la «muerte digna». El decía que para qué seguir viviendo si no podía hacer nada. Escribir y acoger el amor de una mujer que lo amaba no eran nada. Yo no juzgo a este hombre pero su historia me hace pensar que muchos que se sienten cacharros inútiles necesitan descubrir desde el crucificado que sí sirven para algo. Que siempre pueden amar. Estén en la situación en la que estén pueden amar. Mientras se puede amar hay sentido.
Que nadie a nuestro alrededor se sienta inútil. Que nadie a nuestro alrededor se sienta utilizado.  Miremos al que ha sido traspasado, al que ha sido triturado como cacharro inútil y ayudemos al alfarero en el taller de la compasión a devolver la dignidad a todo ser humano. Para ver las lecturas pincha aquí.

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