En todo sistema religioso hay dos elementos
imprescindibles: culto y moral. Son dos
medios para establecer la relación con la divinidad. El pueblo judío vivía la
relación con Yahvé mediante la ley y los sacrificios. Los mandamientos que Moisés recibió de Dios
son el núcleo, el corazón de la ley. A
estas diez normas se fueron añadiendo más y más leyes. Los sacrificios que
Abraham ofrecía en cualquier sitio en lo alto de una piedra acabaron centralizándose
e institucionalizándose en el Templo de Jerusalén.
Hay dos formas de reduccionismo cristiano: los que
dicen que para ser bueno no hace falta ir a Misa, y los que participan de ritos y celebraciones
que no tienen nada que ver con su vida. Los primeros reducen el ser cristiano a
un sistema ético y los segundos al ritualismo. Pero no quiero centrarme en este
domingo en si vivo los mandamientos, o si mi culto es auténtico. Porque el
cristianismo es otra cosa, es muchos más. Jesús no venía a simplemente a
renovar el judaísmo. Lo que el predicaba era algo nuevo. Esto era percibido por
los dirigentes judíos y por eso les parecía intolerable lo que hacía y lo que
enseñaba.
La pretensión de Jesús es que Él es la Ley (Palabra
de Dios) y el Templo. Por eso nosotros
no podemos contentarnos con dar moralina y realizar ritos sagrados. Predicamos
a Cristo crucificado que es la Fuerza de Dios y la Sabiduría de Dios. El
crucificado es un libro abierto que nunca terminamos de abarcar. En él aprendemos
la plenitud de la ley y el culto. El sacrificio amoroso del Hijo
obediente. Culto y vida en Jesús son una
síntesis perfecta. Y él ha dicho que es
capaz de reconstruir el templo en tres días. El gran signo es su resurrección.
Nosotros somos de barro, y llevamos el tesoro que es Jesús en vasijas de barro.
Ni nuestro culto es perfecto ni nuestra vida es intachable. En la debilidad de
la Iglesia se muestra la fuerza de Dios.
Esa fuerza que es capaz de transformar a las personas y por ende al
mundo. Cuando estamos casi a la mitad de la Cuaresma, reconciliémonos con
nuestra debilidad para dejar al alfarero que nos trabaje y vuelva a hacernos de
nuevo. Feliz fin de semana y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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