sábado, 10 de marzo de 2012

TRECESA SEMANA CUARESMA DOMINGO



En todo sistema religioso hay dos elementos imprescindibles: culto y moral.  Son dos medios para establecer la relación con la divinidad. El pueblo judío vivía la relación con Yahvé mediante la ley y los sacrificios.  Los mandamientos que Moisés recibió de Dios son el núcleo, el corazón de la ley.  A estas diez normas se fueron añadiendo más y más leyes. Los sacrificios que Abraham ofrecía en cualquier sitio en lo alto de una piedra acabaron centralizándose e institucionalizándose en el Templo de Jerusalén. 

Hay dos formas de reduccionismo cristiano: los que dicen que para ser bueno no hace falta ir a Misa,  y los que participan de ritos y celebraciones que no tienen nada que ver con su vida. Los primeros reducen el ser cristiano a un sistema ético y los segundos al ritualismo. Pero no quiero centrarme en este domingo en si vivo los mandamientos, o si mi culto es auténtico. Porque el cristianismo es otra cosa, es muchos más. Jesús no venía a simplemente a renovar el judaísmo. Lo que el predicaba era algo nuevo. Esto era percibido por los dirigentes judíos y por eso les parecía intolerable lo que hacía y lo que enseñaba. 

La pretensión de Jesús es que Él es la Ley (Palabra de Dios) y el Templo.  Por eso nosotros no podemos contentarnos con dar moralina y realizar ritos sagrados. Predicamos a Cristo crucificado que es la Fuerza de Dios y la Sabiduría de Dios. El crucificado es un libro abierto que nunca terminamos de abarcar. En él aprendemos la plenitud de la ley y el culto. El sacrificio amoroso del Hijo obediente.  Culto y vida en Jesús son una síntesis perfecta.  Y él ha dicho que es capaz de reconstruir el templo en tres días. El gran signo es su resurrección. Nosotros somos de barro, y llevamos el tesoro que es Jesús en vasijas de barro. Ni nuestro culto es perfecto ni nuestra vida es intachable. En la debilidad de la Iglesia se muestra la fuerza de Dios.  Esa fuerza que es capaz de transformar a las personas y por ende al mundo. Cuando estamos casi a la mitad de la Cuaresma, reconciliémonos con nuestra debilidad para dejar al alfarero que nos trabaje y vuelva a hacernos de nuevo.  Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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