En la Cuaresma el Espíritu sopla más fuerte y
empuja nuestras velas si están desplegadas. Si estamos en clave cuaresmal lo
notamos. Sentimos un mayor deseo de orar, de hacer silencio, de leer algo
espiritual que nos llene… el Espíritu nos empuja al desierto. Tenemos necesidad
de desconectar el móvil, el ordenador, la televisión… y conectar con nuestro
interior. Es importante que en esta
Cuaresma busquemos algún retiro para dejarnos conducir y discernir si el rumbo
que llevamos es el de Dios. Le hemos pedido al Señor que nos instruya en sus
sendas, que haga que caminemos con lealtad.
Jesús también hizo esa experiencia para discernir
cuál era el camino que debía tomar. El Evangelio de Marcos es muy parco en este
pasaje y no expone las tres típicas tentaciones que conocemos. En el desierto
Jesús concretó no sólo el estilo: desprovisto de los medios del poder y la
fama; sino también el contenido: la buena noticia del reinado del amor de Dios.
El venía no a condenar (a anunciar el diluvio destructor y amenazante) sino a
ofrecer salvación, como mediador de una nueva y definitiva Alianza.
También Jesús comenzó su misión con la conciencia
clara de la fidelidad del Padre. El arco del cielo estaba en su corazón. Hasta la cruz confiará en que la ternura y la
misericordia de Dios son eternas. Dice San Pablo que el diluvio fue signo de
nuestro bautismo. Las aguas nos otorgan una conciencia pura. Esa conciencia
pura no es sólo una conciencia formada capaz de distinguir el bien del mal,
sino sobre todo la conciencia de ser hijo amado de Dios, de un Dios que no falla,
que es fiel a la Alianza que ha sellado con su pueblo por la Sangre de su Hijo.
La conversión de la Cuaresma es en primer lugar conversión a la fidelidad de
Dios que a veces se desenfoca en nuestra conciencia.
El mismo Espíritu que lo condujo al desierto lo
llevó después de su muerte al infierno a anunciar la buena noticia a los que esperaban
la salvación. La misión de Jesús es conducirnos a Dios. Cuando pienso en esta
verdad de fe, me interrogo si yo desciendo a los infiernos de nuestro mundo
para anunciar también allí la buena noticia. Si me quedo en los de siempre, en
mi parroquia, mis grupos… Podemos preguntarnos este primer Domingo qué situaciones
de infierno podemos nosotros iluminar con la presencia de Dios. Feliz fin de
semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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