sábado, 25 de febrero de 2012

SEMANA I CUARESMA DOMINGO


En la Cuaresma el Espíritu sopla más fuerte y empuja nuestras velas si están desplegadas. Si estamos en clave cuaresmal lo notamos. Sentimos un mayor deseo de orar, de hacer silencio, de leer algo espiritual que nos llene… el Espíritu nos empuja al desierto. Tenemos necesidad de desconectar el móvil, el ordenador, la televisión… y conectar con nuestro interior.  Es importante que en esta Cuaresma busquemos algún retiro para dejarnos conducir y discernir si el rumbo que llevamos es el de Dios. Le hemos pedido al Señor que nos instruya en sus sendas, que haga que caminemos con lealtad.

Jesús también hizo esa experiencia para discernir cuál era el camino que debía tomar. El Evangelio de Marcos es muy parco en este pasaje y no expone las tres típicas tentaciones que conocemos. En el desierto Jesús concretó no sólo el estilo: desprovisto de los medios del poder y la fama; sino también el contenido: la buena noticia del reinado del amor de Dios. El venía no a condenar (a anunciar el diluvio destructor y amenazante) sino a ofrecer salvación, como mediador de una nueva y definitiva Alianza.

También Jesús comenzó su misión con la conciencia clara de la fidelidad del Padre. El arco del cielo estaba en su corazón.  Hasta la cruz confiará en que la ternura y la misericordia de Dios son eternas. Dice San Pablo que el diluvio fue signo de nuestro bautismo. Las aguas nos otorgan una conciencia pura. Esa conciencia pura no es sólo una conciencia formada capaz de distinguir el bien del mal, sino sobre todo la conciencia de ser hijo amado de Dios, de un Dios que no falla, que es fiel a la Alianza que ha sellado con su pueblo por la Sangre de su Hijo. La conversión de la Cuaresma es en primer lugar conversión a la fidelidad de Dios que a veces se desenfoca en nuestra conciencia.

El mismo Espíritu que lo condujo al desierto lo llevó después de su muerte al infierno a anunciar la buena noticia a los que esperaban la salvación. La misión de Jesús es conducirnos a Dios. Cuando pienso en esta verdad de fe, me interrogo si yo desciendo a los infiernos de nuestro mundo para anunciar también allí la buena noticia. Si me quedo en los de siempre, en mi parroquia, mis grupos… Podemos preguntarnos este primer Domingo qué situaciones de infierno podemos nosotros iluminar con la presencia de Dios. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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