sábado, 2 de julio de 2011

Domingo XIV TO

Celebramos este domingo justo después de la Solemnidad del Sagrado Corazón. Este Evangelio es el que se proclamó el viernes en este ciclo A. Una de las jaculatorias que se suelen recitar que es un eco de este Evangelio es “Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”. La primera lectura nos sabe a Domingo de Ramos, a Jesús entrando en Jerusalén en un asno en señal de paz y humildad.

La mansedumbre es uno de los frutos del Espíritu más sorprendentes. La violencia y el instinto de supervivencia son obra de la carne. El manso no es el cobarde, es el que libremente escoge el camino de la no violencia porque está convencido de que no conduce a nada. La mansedumbre es un arma que requiere cabeza y determinación. El Espíritu nos convence de ello, revela esta sabiduría a lo sencillos sobre todo, y nos da la libertad para saber responder a la provocación sin violencia.

La mansedumbre para nosotros no es una teoría. Es uno de los rasgos del estilo de vida de Jesús que queremos imitar. Contemplamos su mansedumbre sobre todo en la Pasión. Lo vemos tenazmente callando y perdonando convencido de que la victoria no es del mal ni de la violencia. Tenemos que conocer mejor a Jesús en su mansedumbre. Como el Domingo de Ramos cantemos de alegría hoy en la Eucaristía al ver a Jesús que viene a nosotros como príncipe de la paz. Feliz fin de semana y bendiciones.

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