jueves, 6 de enero de 2011

Epifanía



Epifanía es manifestación, se ha manifestado el plan de salvación de Dios, como dice San Pablo. En aquellos momentos fue un giro copernicano en la concepción de Dios y de su acción salvadora. Entonces se trataba de que también los gentiles, los no judíos eran partícipes de la promesa de Jesucristo, que la salvación es universal y no se constriñe al Pueblo de la Alianza.
Cada año la visita de los Magos de Oriente al Niño en el pesebre es una llamada de atención a desinstalarnos de nuestros esquemas y estructuras. No es una llamada al rupturismo sino a la renovación constante de estar en camino, somos nómadas, como Jesús somos apóstoles itinerantes. Herodes y Jerusalén saben de la novedad de Dios anunciada por los profetas pero no están dispuestos a abrirse a ella.
Año nuevo vida nueva. Podemos preguntarnos hoy qué camino diferente es el que estamos llamados a emprender a partir de mañana. Quizá no se trata de salir de una situación de pecado, de romper con una actitud objetivamente mala. Se trata de atavismos que nos impiden crecer. Las personas estamos siempre en camino, en proceso de desarrollo, y nos engañamos cuando al no avanzar pensamos que estamos en etapa de estancamiento. O crecemos o vamos para atrás.
Seguir a Jesús, seguir la estrella, la luz de la fe, es complicarse la vida. Es ponerlo a él como meta, ponerlo como primero de todo, es adorarle. Hoy vamos a adorar a Jesús en la Eucaristía. Que cuando lo veamos en las manos del sacerdote nos llenemos de inmensa alegría y cayendo de rodillas lo adoremos. Al comulgar hoy ofrezcámosle lo mejor de nosotros mismos, nuestros planes, nuestros proyectos, nuestros deseos de crecer siguiéndole.
Feliz Epifanía y bendiciones. Para ver las lecturas

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