¿Cuándo fue la última vez que
experimentaste el gozo de actuar con esta libertad? ¿No lo recuerdas? Seguro
que algún detalle ha habido. Por muy engurruñido que tengas el corazón en él
habita el Espíritu de Dios que transforma tu capacidad de amar. En ti hay un
deseo de plenitud, de “ser como Dios” que encauzado es fantástico. No serás
como Dios por ambición, tratando de arrebatarle a Dios lo que es suyo (como el
Rey Ajab) sino dejándote transformar.
Haz la prueba y verás lo que sucede a tu alrededor. Feliz día y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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