La Palabra de Dios de este domingo toca un tema
fundamental en la existencia humana: la libertad. La revolución francesa
introdujo el concepto de libertad social frente al sistema desigual del antiguo
régimen y la revolución sexual introdujo el concepto de libertad personal
frente a los principios éticos. Así, se ha forjado una forma de entender la
libertad que es un caramelo envenenado. “Soy libre si hago lo que me apetece en
cada momento” (simplificando mucho). Confundimos realizar un acto
voluntariamente, sin ser obligado, con un acto libre. Realizamos actos
voluntarios que no son libres cuando escogemos el mal. Porque la libertad que
dignifica a la persona, que no la hiere, es la capacidad de escoger el bien.
Esa libertad, como refleja San Pablo en la segunda
lectura nace con nosotros herida por el pecado original. No sentimos la
atracción del bien de forma espontánea y no siempre tenemos claro qué es el
bien. Sufrimos muchos engaños y andamos
encadenados a nuestros gustos, intereses, adicciones y vicios. Mi generación
todavía hemos sido educados en un ejercicio responsable y maduro de la libertad.
Los que vienen detrás no. Nos encontramos con adolescentes y jóvenes que no
entienden por qué tienen que decir no a lo que les apetece en cada momento. Y
andan engañados pensando que son libres. No entienden para nada que una persona
que se compromete con otra para siempre en el matrimonio sea libre ¿y si dentro
de un tiempo ya no tiene ganas de seguir con esa persona? Los pocos que se
casan celebran despedidas de solteros obscenas porque “se les acaba la libertad”.
Con esta base humana tan líquida pocos matrimonios y pocas vocaciones pueden
dar fruto.
Esta semana he acogido situaciones muy dolorosas
que tienen que ver con este cáncer social: Una familia con un chico que sufre
bulling , otro padre con un hijo que ha caído en la droga, un chico que siente
atracción por el mismo sexo y se da cuenta de la mentira que vive y necesita
ayuda, un joven que está tocando fondo en la droga… en la raíz de todo este
sufrimiento hay un problema de libertad. Satanás siempre ataca con lo mismo
engañando sobre este aspecto. A Eva le dijo: ¿no podéis comer de ningún árbol?,
cuando era sólo un árbol al que el ser humano no se podía acercar, el árbol del
bien y del mal. Sólo con oración personal diaria sobre la Palabra de Dios y
acompañado por otros podemos desenmascarar las mentiras que a veces nos creemos
y que nos impiden ser libres, libres para amar de verdad. Feliz fin de semana y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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