domingo, 15 de mayo de 2016

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

Feliz Pentecostés, me levanto como muchos carismáticos en el mundo con la resaca de la Vigilia de anoche. Cuando los hermanos nos reunimos en oración experimentamos la acción del Espíritu Santo. Esta acción que en la Iglesia Católica brotó como un fruto precioso del Concilio Vaticano II. El año próximo celebraremos los 50 años de la Renovación Carismática en la Iglesia Católica. Esta corriente de espiritualidad pentecostal que tanto nos ha renovado. EL Espíritu Santo ya no es un desconocido, la alabanza y la adoración están muy presentes, y los carismas y la acción poderosa del Consolador son algo “no extraordinario” en la vida de la Iglesia.

Este año celebro Pentecostés muy sensibilizado con la realidad de los cristianos perseguidos. Esta semana he leído: “El precio de la FE”. Un testimonio impresionante de un musulmán convertido al cristianismo. En el libro de la Sabiduría dice que ésta entra en las almas y hace “amigos de Dios”. Este Iraquí y su esposa, incluso antes de bautizarse, ya conocían a Jesús, oraban, lo amaban y experimentaban una fortaleza sobrenatural. Se jugaban la vida con sólo asistir a la Eucaristía. Los apóstoles también se jugaron la vida y abandonaron el cenáculo el día de Pentecostés para empezar la misión. Como Santa Teresa de Jesús cuando era pequeña, te dan ganas de irte a esos países a ser misionero. El Espíritu sigue sacando a la Iglesia y la sigue haciendo Misionera, nos sigue dando una fortaleza sobrenatural y una valentía inexplicables.


Pentecostés es también unidad en la diversidad. Todos los peregrinos escuchaban a los apóstoles en su lengua materna. La barrera del lenguaje se difumina. El Espíritu se manifiesta en cada uno de manera diversa pero siempre para el bien común del cuerpo. Tengo el vicio de leer prensa religiosa y leo de todo y veo como las posiciones a veces se enquistan y cada uno se enroca en su postura. Algunas noches me duermo muy preocupado. Estas tensiones las vivimos a todos los niveles. Hasta en mi parroquia entre unos grupos y otros surgen estos problemas. En este Pentecostés del Jubileo de la Misericordia el Señor le dice a mi corazón de pastor y al de cada uno de nosotros: “Mi Espíritu une en la pluralidad”. El Espíritu hace amigos de Dios y engrasa el mecanismo de nuestras comunidades. La Misericordia que se derrama abundantemente desde las llagas del resucitado sana las heridas que nos hacemos. A todos de nuevo Feliz Pentecostés. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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