Hoy la Palabra rezuma Iglesia y comunidad. En la
segunda lectura Juan comparte con nosotros su visión de la Nueva Jerusalén
descendiendo del cielo, preciosa como una novia para su esposo. Esa Jerusalén
del cielo, “Morada de Dios con los hombres”, es la Iglesia, el Pueblo de Dios
que hace presente en el mundo la Misericordia de Dios que enjuga las lágrimas,
la Iglesia que es un anticipo de los cielos nuevos y la tierra nueva. La
Iglesia antes que nada es amor, es esperanza y es misericordia.
En la Primera lectura San Lucas nos explica cómo se
organizaban las primeras comunidades de cristianos. San Pablo pasaba un tiempo
con los que se le iban juntando y pasado un tiempo los dejaba para irse a otro
lugar. Pero esa comunidad se quedaba al cuidado de los presbíteros (una de las
formas de llamarnos los sacerdotes). Y todo esto no lo hacía por su cuenta sino
que era una Misión a la que había sido enviado por una comunidad más grande y
que ya llevaba un tiempo caminando: la de Antioquía. Las comunidades cristianas
necesitan estructuras para funcionar. Y personas que asuman responsabilidades y
servicios. Pero de nuevo vemos el Misterio, Dios actúa por medio de ellos, las
estructuras son instrumentos de Dios para la obra de su amor.
Porque eso es lo esencial: el amor. Y no cualquier
amor, una amor nuevo, desconocido para los que no conocen a Jesús, el amor
cristiano, la CARIDAD. “Como yo os he amado”. Es el amor a la medida y estilo
de Jesús que ama a los enemigos, que pone en el primer lugar a los últimos, que
da sin esperar nada a cambio, que no hace acepción de personas, que no da a
nadie por perdido. Ese es el estilo de nuestras comunidades, la señal por la
que se nos distingue. Ese amor es lo que en medio del Imperio Romano arrastraba
a tantos, ese nuevo estilo de vida. Un amor que es obra del Espíritu Santo en
la Iglesia, y que se aviva en cada Eucaristía, en cada encuentro con el
resucitado. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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