lunes, 18 de enero de 2016

SEMANA SEGUNDA TO CICLO C DOMINGO

Este fin de semana estoy especialmente ajetreado preparando una actividad. Estamos como los novios cuando preparan su boda, pensando en todos los detalles y en los invitados. Dos son los ecos que la Palabra suscita en mí este fin de semana. El primero es fijarme en María. Aparece entre bambalinas para provocar la llegada de la hora del Mesías. Ella intercede por los novios que no tienen vino. Hoy podemos profundizar en el papel de María en la vida de la Iglesia, en nuestra vida. Hace días se suscitó un debate sobre una charla de Rainiero Cantalalamesa en la que decía que los católicos hemos caído en exageraciones que exasperan a los hermanos protestantes. Y estoy de acuerdo.  Cuando predico “La Virgen no hace milagros” la gente se pone nerviosa “nos va a quitar la fe”. Si purifico herejías bendito sea Dios. María no tiene más poder que el de su intercesión, la que mejor intercede, pero ella no cambia el agua en vino. Por eso no podemos decir: “La Virgen del Rocío me ha curado a mi hija”. Sí podemos decir: “Dios, por intercesión de la Virgen, a la que yo invoco bajo la advocación del Rocío, ha curado a mi hija”. Esto es lo correcto, lo otro es poner a la Madre de Dios donde no le corresponde. Mañana empieza la semana de oración por la unidad de los cristianos. Esta es una asignatura pendiente de los católicos para que podamos caminar hacia la unidad.


Lo segundo es la indiferencia. Hoy se celebra en toda la Iglesia la Jornada de las Migraciones. Os recomiendo que leáis el mensaje del Papa para la Jornada de la Paz “Vencer la indiferencia para conquistar la paz”. En la de esta jornada habla de la interpelación del fenómeno de la migración. En la que digo toca el tema de la indiferencia. María no es indiferente ante los problemas de los demás, ante el problema de la falta de vino de los novios. En su Mensaje el Papa nos ayuda a descubrir al Dios que nunca es indiferente ante el sufrimiento humano como rezamos en el prefacio de una de las Plegarias Eucarísticas. Tenemos que cuidar que el exceso de información sobre problemas nos anestesie y nos vuelva indiferentes. Es como una enfermedad que se nos inocula sin darnos cuenta y nos hace insensibles. Nos lleva al pecado de omisión y nos quedamos tan panchos, con nuestra conciencia tranquila. En este Año de la Misericordia estamos bien atentos a sanarnos de esta enfermedad para poder ser instrumentos de la Misericordia. Lo pedimos por medio de la Madre de Misericordia, nunca indiferente, nuestra Madre que nos cuida. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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