Hoy es uno de esos
días en los que echas de menos tener hijos y vivir la ilusión de preparar los
reyes, y ver sus caras al levantarse y abrir los regalos. Lo he vivido a medias
con los sobrinos pero este año ni eso porque unos ya se han hecho mayores y los
peques no están. Este año me levanto con mi propia ilusión y mi propio regalo,
y que no es un premio de consolación. Hace 16 años fui ordenado sacerdote en
este día. Cuando los niños estrenaban sus juguetes, yo estrenaba un ministerio
que para nada es un juego aunque me juegue mucho. Cuando me ordené miraba al
futuro y me veía un cura viejo y cascarrabias. Ahora que he superado un tercio,
la primera vuelta de la carrera, sigo mirando al futuro y veo que esto es para
siempre. Y si miro al pasado tengo que dar gracias a Dios porque su
Misericordia lo hace todo bien. Yo no lo he hecho todo bien, no he sido siempre
fiel, pero mis errores no hacen que en este momento piense: “no merece la pena”.
La Misericordia de Dios me permite alabarlo por todo, por todo lo que ha
permitido y que ha sido para mi bien. Hasta Herodes ayuda a los magos a encontrar a
Jesús. En los planes de Dios no todo es perfecto y maravilloso, él cuenta con
nuestro pecado, se juega mucho Dios es verdad, pero es infinitamente sabio,
sabe lo que hace.
Jerusalén es consolada
no solo por la vuelta de los desterrados, de los exiliados, sino por la llegada
de todas las naciones. “Las naciones caminarán a tu luz”. Nos pone un poco
nerviosos ver que algunos políticos se empeñan en negar las raíces cristianas
de lo que celebramos estos días. Como Herodes quieren quitar de en medio a
Jesús. Tengamos calma, la Palabra del Señor es irrevocable, un día todos los
reyes se postrarán ante Él. Y todas, todas las naciones caminarán guiadas por
la luz de la fe. En vez de quejarnos gastemos esa energía en administrar la
Gracia que se nos ha confiado y que no es para nosotros, para guardarla como un
niño pequeño con su juguete, sino para darla, trasmitirla. Podemos pensar en
alguien concreto que hoy necesita el regalo de nuestro cariño, una llamada, un
mensaje, una visita… pensemos en alguien que no se lo espera, en alguien que
piensa que nuestro amor y tiempo no son para él. Hagamos de nuestra vida un
regalo sin destinatario concreto e interesado, como cuando caen desde un avión
paquetes sobre una población. Amor
universal que se hace concreto. Feliz día y bendiciones.
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