viernes, 25 de diciembre de 2015

NAVIDAD

       
        Esta es la Navidad del Año de la Misericordia. Leemos los textos y vivimos el Misterio desde esta perspectiva. Dios no sólo muestra misericordia y es misericordioso, sino que se hace misericordia. Lo vemos hecho niño, pequeño y desnudo, necesitado de todo. Encarnado, EN—MISERADO, hecho miseria, hecho hombre, para enriquecer a la humanidad. Por eso podemos decir que la Navidad revela la Misericordia de Dios.
            La palabra MISERICORDIA contiene el término “miser”, pobre, mísero. Este ultimo término como el de miseria no nos gusta. Son vocablos periorativos. Los usamos en expresiones como “no seas mísero, que miseria de..., viven  en la miseria...”. ¿Te atreverías a decir delante de los demás “soy mísero”? Dirás: “hombre es que no yo no estoy tan mal, no soy tan pobre”. Lo que nos cuesta aparecer ante los demás con nuestras miserias y pobrezas. Recuerdo una señora que me hablaba de un sacerdote con problema de alcoholismo. Yo le decía que todos los sacerdotes tenemos nuestras miserias, pero unas son más evidentes que otras.
            Hay una pobreza o miseria en la que todos, todos coincidimos, y es la necesidad de ser amados. Uy¡ esta pobreza tampoco nos gusta mostrarla y a veces vamos de sobrados. He aprendido hace poco que no es lo mismo dar abrazos que pedirlos. A veces damos abrazos porque los necesitamos. Y no somos sinceros. Cuando uno necesita un abrazo debe pedirlo y mostrar su necesidad de afecto. Esto es muy importante en el matrimonio y también entre amigos y en todo tipo de relaciones. No hay que tener miedo a mostrar la necesidad de amor, lo míseros que somos, pero son caer en la autocompasión “pobrecito de mí que nadie me quiere”.
            Este Niño necesita de todo, pero sobre todo amor. Se nos muestra desnudo y con los brazos abiertos. El final de su vida será muy similar. Estará en una cruz desnudo, con los brazos abiertos y herido de amor. Necesitado de todo. El primer paso para empezar a vivir este Año de la Misericordia es abrazar nuestra pobreza. Decía Teresita: “Se siente una paz tan grande al saberse absolutamente pobre y no contar más que con Dios”. Esta experiencia es la que debemos pedir en esta Navidad para poder acoger el amor de dios y empezar a ser misericordiosos, primero con nosotros mismos. Vivamos una Navidad en la que pidamos sin pudor ser abrazados y recibir el cariño que tanto necesitamos.  Feliz Navidad y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario