La palabra MISERICORDIA
contiene el término “miser”, pobre, mísero. Este ultimo término como el de miseria
no nos gusta. Son vocablos periorativos. Los usamos en expresiones como “no
seas mísero, que miseria de..., viven en
la miseria...”. ¿Te atreverías a decir delante de los demás “soy mísero”?
Dirás: “hombre es que no yo no estoy tan mal, no soy tan pobre”. Lo que nos
cuesta aparecer ante los demás con nuestras miserias y pobrezas. Recuerdo una
señora que me hablaba de un sacerdote con problema de alcoholismo. Yo le decía
que todos los sacerdotes tenemos nuestras miserias, pero unas son más evidentes
que otras.
Hay una pobreza o
miseria en la que todos, todos coincidimos, y es la necesidad de ser amados.
Uy¡ esta pobreza tampoco nos gusta mostrarla y a veces vamos de sobrados. He
aprendido hace poco que no es lo mismo dar abrazos que pedirlos. A veces damos
abrazos porque los necesitamos. Y no somos sinceros. Cuando uno necesita un
abrazo debe pedirlo y mostrar su necesidad de afecto. Esto es muy importante en
el matrimonio y también entre amigos y en todo tipo de relaciones. No hay que
tener miedo a mostrar la necesidad de amor, lo míseros que somos, pero son caer
en la autocompasión “pobrecito de mí que nadie me quiere”.
Este Niño necesita de
todo, pero sobre todo amor. Se nos muestra desnudo y con los brazos abiertos.
El final de su vida será muy similar. Estará en una cruz desnudo, con los
brazos abiertos y herido de amor. Necesitado de todo. El primer paso para
empezar a vivir este Año de la Misericordia es abrazar nuestra pobreza. Decía
Teresita: “Se siente una paz tan grande al saberse absolutamente pobre y no
contar más que con Dios”. Esta experiencia es la que debemos pedir en esta
Navidad para poder acoger el amor de dios y empezar a ser misericordiosos,
primero con nosotros mismos. Vivamos una Navidad en la que pidamos sin pudor
ser abrazados y recibir el cariño que tanto necesitamos. Feliz Navidad y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario