Ayer estábamos hablando sobre el domingo, y una de
las personas que participaban en la conversación decía que por qué no podíamos
celebrar la Resurrección los miércoles. El domingo es una de esas “normas” que
no hemos establecido los hombres. Jesús resucitó el día siguiente al sábado. Es
algo instituido por Dios. Es un ejemplo de lo que llamamos derecho divino. No
siempre distinguimos bien las normas de derecho divino, que son intocables, de
las normas humanas. Un ejemplo de esto segundo es la norma de ordenar
sacerdotes sólo a célibes. El celibato es una norma que puede ser modificada.
Jesús llamaba la atención de los judíos creyentes
de su tiempo sobre esto. Cuidaban mucho el cumplimiento de normas y tradiciones
humanas menos importantes que habían ido añadiendo, descuidando los mandatos
dados por Dios. Vivían una religión de formas externas y ritos, sin darse
cuenta de que la pureza de las intenciones es mucho más importante que la
pureza de las costumbres. Dentro está el mal, no en la higiene corporal. En la
segunda lectura se nos recuerda que la religión pura es visitar a huérfanos y
viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
También nosotros podemos estar entretenidos en las
formas, la liturgia sin alma, la formación rutinaria, los sacramentos
celebrados socialmente… una religión que aparentemente funciona pero que si
rascamos nos encontramos con poco. Hay
un mandato de Jesús, el último que dejo a sus discípulos y es: “Id y haced
discípulos”. La Iglesia, por lo menos las de nuestras latitudes, ha olvidado su
identidad misionera. Estamos inmersos en un proceso de conversión pastoral para
recuperar el ser misioneros, en salida, invitando, acogiendo, llevando a la
alegría de la fe, haciendo discípulos que a su vez sean misioneros. Esto es
ahora lo primero, lo urgente, lo prioritario.
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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