Para los fariseos convertidos la salvación estaba
en la circuncisión, en el signo de la Alianza en la carne, en la Ley Antigua.
No habían llegado a descubrir que la relación con Jesús era algo totalmente
nuevo y que la salvación consiste en estar unido a Él vitalmente. Todavía
podemos vivir pensando que haciendo tales o cuales prácticas nos “ganamos el
cielo”. El Santo Rosario, la confesión y la Eucaristía no son ritos que
celebrados nos consiguen algo, con medios para permanecer en Jesús, para estar
unidos a él como el sarmiento a la vid. Como cada mañana empiezo al día de cara
a Dios, veo a Jesús que se ha levantado temprano y está orando. Me pongo a orar
con él. Me dirige una palabra. Renuevo mi sí a estar con él, ser su discípulo
es lo que más vale en mi vida. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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