Estaban los discípulos reunidos. Es verdad que en el
Evangelio encontramos relatos de encuentros con el resucitado de personas
concretas, pero la plenitud de estos encuentros se da estando el grupo de los
discípulos reunidos. La experiencia de Jesús se da en la comunidad, y cuando
Dios regala a un hermano una experiencia muy personal, no es para su disfrute y
aprovechamiento individual sino para que edifique al resto. Por eso Santa
Teresa escribió sobre su vida y sobre las moradas. O Santa Faustina, no recibió
las apariciones de Jesús para sí sola. ¿Compartes
tu experiencia espiritual para edificar a la comunidad?
La comunidad cristiana posee una especificidad que
describe la primera lectura. EL
compartirlo todo es fruto de sentir lo mismo y tiene como finalidad el
testimonio de Cristo Vivo. El Hijo de Dios ha compartido con nosotros todo, nos
ha entregado el Espíritu Santo, nos ha dado su vida y nosotros que compartimos
la vida de Dios ¿no vamos a compartir los bienes? Dentro de la riqueza de la
vida de la Iglesia hay multitud de formas de compartir los bienes ¿En cuál de
ellas estás tú? ¿Qué compartes?
Jesús les mostró las manos y el costado. Les enseñó
sus llagas. En su cuerpo glorioso estaban las marcas de la pasión. Muerte y
resurrección son inseparables. Las llagas antes dolorosas ahora son fuente de
misericordia para el mundo. En nosotros también se da este proceso. Cuando nuestras
heridas son curadas dejan de hacernos daño y se convierten en fuente de
misericordia para muchos. Somos comprensivos con los que están pasando por lo
que nosotros pasamos. Nos acercamos a los que sufren para ayudarles y les damos
esperanza de que sus heridas pueden ser curadas. Las nuestras sanadas son para
ellos, como para Tomás fueron las de Jesús, una prueba de la Misericordia de
Dios. Muestra a otros tus manos y tu pies. Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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