La
falta de lealtad alrededor de Jesús es patente. Unos por ambición otros por
miedo. Podríamos pensar que Jesús, su personalidad debía ser tan arrolladora
que no cabía ningún tipo de traición.
Los seres humanos somos así de complicados. El grupo de los discípulos no
estuvo exento de luchas por el poder y de divisiones. Y en medio de todo esto
Jesús es capaz de ver los planes de Dios “Ahora el Hijo del hombre va a ser
glorificado”. Esta es la grandeza de Jesús que viendo como se ponían las cosas
no ve un barco hundido sino una nave guiada por el Padre de la Gloria. Él no piensa “en vano me he cansado”.
Pongamos todos nuestros fracasos ante Dios y digamos “mi salario lo tenía mi
Dios”. Feliz Martes Santo y bendiciones.
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