Hace unos días estaba en el hormiguero Joaquín
Sabina que se jactaba de no usar internet, y el presentador le pregunta: “¿Y
entonces el porno qué?”. ¡Jajaa! A mí no me hizo ninguna gracia. Voy a dar
algunos datos. El portal de pornografía más visitado en septiembre de 2014
reveló que a diario 800.000 españoles visitan ese portal. Uno de cada tres
varones consume pornografía por internet a diario. Se ha convertido en un hábito
que está afectando al desarrollo psicoafectivo de los adolescentes y jóvenes y
la vida sexual de las parejas y lo peor de todo es que crea adicción.
Me he acordado de esto al leer el evangelio de hoy
y contemplar a Jesús enfadado por el comercio con lo sagrado dentro del Templo.
La pornografía es sobre todo un gran negocio donde se comercia con personas y que
el maligno utiliza para destruir la sexualidad. Desfigura la relación con la
corporalidad. Nosotros somos Templo de Dios, nuestra corporalidad es sagrada, y
estamos llamados ser lugar de encuentro con Dios para nosotros mismos y para
los demás. En las llagas del cuerpo del crucificado está también todo el
sufrimiento que la pornografía provoca en los que participan de un modo o de
otro. Jesús asume y carga con la destrucción que implica este fenómeno.
¿Qué podemos hacer? Lo primero no reírle la gracia
a los que bromean con esto. Lo segundo hablar de esto sin tapujos para remover
algunas conciencias y lo tercero ofrecer ayuda porque las hay. Los adolescentes
reciben talleres de educación afectivo-sexual donde se trata este problema. Y
hay comunidades terapéuticas para adultos para desengancharse de este problema.
Jesús puede levantar el templo destruido. La Eucaristía tiene u gran poder sanador para este tema. Conozco a personas que han sido sanadas
y liberadas de todo esto y han podido volver a tener unas relaciones afectivas
sanas y ordenadas. Esto que escribo no lo voy a predicar esta tarde en la Misa
con niños ni mañana con ancianos. Pero lo escribo sabiendo que es necedad y
locura para casi todos para ayudar algunos. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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