Jesús llamó a la puerta de Zaqueo, él le abrió,
entró y cenaron juntos. Los que dice el Apocalipsis se hizo historia en Jericó.
Josué la conquistó al sonar de las trompetas derrumbándose las murallas. Eso
era en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Dios llama a la puerta no violenta la
libertad del ser humano. Recuerdo una hermana de una parroquia que no aprobaba
que Dios nos hubiera hecho libres. “Somos imagen y semejanza suya”. Y cuando se
le abra viene la alegría y los perdidos se sienten encontrados, y su vida
cambia… esto es la salvación. Dios no se cansa de esperar a la puerta cubierto
de rocío. ¿Nos cansamos nosotros de orar por los que todavía no han abierto?
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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