En la Palabra de hoy vemos un gran contraste, por
un lado a Jesús llorando al ver Jerusalén desde el monte de los olivos, predice
su destrucción por las tropas de Tito años después. Por otro lado vemos al cordero
que es adorado en la gloria. Jesús es el león de la tribu de Judá el vástago de
David. Forma parte del linaje humano. Todos nosotros también formamos parte de
un linaje tenemos unos antepasados, una familia. No hemos caído del cielo
aunque hacia él vamos, somos ciudadanos de la Jerusalén celeste que no será
destruida, piedras vivas de sus murallas inexpugnables, somos miembros de un
pueblo de reyes, de este pueblo sacerdotal. Enjuguemos hoy las lágrimas de
alguno de nuestros semejantes y adoremos al que nos ha comprado con su sangre.
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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