Necesitamos signos en la vida. No bastan las
palabras, éstas han de ir confirmadas por signos que las hagan creíbles. Dios
mismo no ha dejado de en la Historia de
la Salvación de realizar signos que atestiguan su amor. Jesús realizó muchos
signos que atestiguaban que había llegado el Reino de Dios. El signo no es una
demostración sino un testimonio. No son una prueba, dejan siempre espacio a
nuestra libertad para adherirnos o no a lo que nos proponen. El gran signo que
hace a Jesús más que Jonás, más que Salomón es su misterio pascual. Y nosotros,
libremente, podemos acoger este signo o no. Si lo acoges tu vida no es la misma,
hay una conversión. ¿En qué cambiaría mi vida si Él no hubiera resucitado?
Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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