Como estamos empezando periodo
vacacional podemos pensar: “Que bien que el Señor nos invita a descansar en Él”.
Puede ser un buen contenido para la homilía, pero si somos fieles a los textos,
el núcleo es la mansedumbre. La primera lectura que tiene sabor a Domingo de
Ramos, habla del Mesías que llega a Jerusalén sobre un borrico en son de paz,
con mansedumbre. El Evangelio sabe a muchas cosas porque lo escuchamos en
muchos momentos. Lo escogemos para muchas exequias y sobre todo sabe a Sagrado
Corazón.
Estos días escuchamos con
preocupación cómo la situación de Palestina e Israel empeora de nuevo. El círculo
vicioso de la violencia está de nuevo activa. “Tú me atacas, yo te ataco más”.
El mal funciona así. ¿Es que nadie puede parar esto? Ya lo hizo Jesús, manso y
humilde. Desde la cruz rompió la fuerza diabólica de este círculo. El Padre no
respondió a la cruz con la ira sino con la reconciliación y el Espíritu Santo
que ha sido derramado otorga a los seres humanos la libertad para seguir
rompiendo este círculo vicioso. Nosotros que somos hijos de Dios poseemos este
espíritu de libertad para responder al mal con el bien.
Pero antes del acto de libertad,
hay un momento de iluminación. Esa luz que no tienen los sabios y entendidos,
que tenemos la gente sencilla. El comprender que la mansedumbre es la única
solución posible a los conflictos y que es además la única manera de descansar
de verdad. El odio y el rencor son un yugo pesado. El perdón y el amor son un
yugo ligero y suave. Pidamos durante este verano esa lucidez de la mente para
que podamos descargarnos de los malos rollos de este curso que ha acabado y
empecemos el siguiente ligeritos. Feliz
domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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