La Pascua es como una clase de repaso anual de la
vida cristiana. Como renace la vida primaveral se renueva nuestra vida de
resucitados. Cada domingo toda una asignatura. El cuarto domingo fue la de
"Cristología", la semana pasada la de "Eclesiología", esta
semana es la de "Moral". Ser cristiano implica una relación muy
especial con Jesús, formar parte de una comunidad y un estilo de vida. Leemos
en los Hechos de los Apóstoles que cuando el ángel sacó a los apóstoles de la
cárcel les dijo "id a explicar a todos este modo de vida". En vez de
subrayar la palabra "mandamiento" que sale en el Evangelio este
domingo he empleado "signo" de la primera. Mandamiento tiene una
carga negativa que "echa para atrás".
Los samaritanos estaban admirados al ver los signos
que realizaba Felipe, que por cierto eran los mismos que Jesús hacía, y esto
les hacía acoger la predicación. Y la ciudad se llenaba de alegría. En esta
lectura aparece esa imposición de manos posterior al bautismo que confiere el
Espíritu Santo. Sin entrar en profundidades esto nos habla de la Confirmación.
El Sacramento que capacita para el testimonio, para hacer de la vida un signo
de resurrección. ¿Qué signos hay en mi vida concreta en mi forma de trabajar,
divertirme, relacionarme... que hablen de la vida nueva? Como dice el salmo:
"os contaré lo que ha hecho conmigo".
Esos signos dan razón de nuestra esperanza. ¿Oye tú
por qué no abortas? ¿Oye tú por qué no tienes relaciones con tu novio?
¿Oye tú por qué te entregas en el
trabajo, la empresa no la vas a heredar? ¿Oye tú por qué perdonas a ese? ¿Oye
tu por qué no llevas a tu padre a una residencia? ¿Oye por qué estudias esa
carrera? La respuesta es: "Porque Jesús está vivo y entregó su vida por mí
y me ha mostrado una manera nueva de vivir: amaos como yo os he amado". El
que entrega la vida puede recuperarla.
Claro que nuestra vida, nuestros signos a veces
molestan y como dice San Pedro en la segunda lectura, a veces denigran nuestra
conducta en Cristo. San Pedro nos exhorta a responder con la mansedumbre para
que queden confundidos. No es fácil, es verdad, pero es posible. Yo lo he
experimentado muchas veces. Cuando renuncias a la réplica y dejas actuar al
DEFENSOR, al Espíritu de la verdad que nos ha dado Jesús son posibles la
mansedumbre y el respeto. Y este "Abogado" no machaca a los que nos
denigran, lo hace también que consuela y sana y hasta hace amigos. No soy un
iluso, el Señor realiza temibles proezas a favor de los hombres, Jesús está
vivo ¡Aleluya! Feliz domingo y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

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