Hay un imperativo en la Palabra que resuena en la
Iglesia en este tiempo "SAL". Dios le dice a Abraham "sal de tu
casa y de tu tierra". El Papa Francisco lleva un año diciendo que quiere
una "Iglesia en salida". También El Hijo de Dios "salió" de
la Trinidad para encarnarse y venir a nuestro encuentro. Esta semana el
empobrecimiento del Jesús es precisamente ese: dejar la gloria y la majestad de
la divinidad para manifestar la gracia de Dios a la humanidad. "Se hizo
pobre para enriquecernos"; Él se encanó para que nosotros seamos
glorificados. Jesús ha sacado a la luz "la vida inmortal". Nuestra
riqueza es el encuentro con Dios, pero no el que dura un momento, el de una
Eucaristía, un retiro, un rato de oración, es el Tabor al que se sube y ya no
se baja. Abraham miraba las estrellas y esperaba una descendencia incontable
con una tierra. Nosotros miramos a las estrellas y vemos una multitud incontable
de hijos de Dios glorificados en la patria del cielo.
Pero bajemos al suelo… ¿Cómo podemos empobrecernos
nosotros? Saliendo, dejando nuestro "bien - estar" y así ser una
bendición para los otros. Cuando salimos de "nuestra casita" somos
bendición para los demás. Este estilo de vida que llevamos tan cómodo nos
instala en la autosuficiencia y nos aísla de Dios y de los demás. Podemos
pensar hoy: ¿en qué me voy a empobrecer en cuanto a comodidad para ser
bendición de otros? Cada uno según las fuerzas que Dios le dé. Anoche en la
reunión de Cáritas se nos hizo una llamada. Una pareja en riesgo de exclusión
necesita que un par de hermanos hagan la tarea de acompañamiento. ¿No
escuchamos llamadas así a diario? ¿Qué es lo que escuchamos cuando oramos? ¿Escuchamos
la voz de los que esperan ver en nuestro rostro la gloria de Dios? Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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