sábado, 1 de marzo de 2014

SEMANA OCTAVA TO CICLO A DOMINGO



¿Cuándo escuchas en las noticias que un matrimonio ha defraudado a Hacienda más de diez millones de euros, cómo te quedas? ¿Cuánto dinero han ganado en un año? Recuerdo estas palabras del Papa: Vivimos “en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”. Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”.  El Papa ha denunciado la idolatría del dinero en la que vivimos. Porque servir al dinero es vivir para él, es ponerlo en el centro de los intereses y preocupaciones, es ponerlo en el lugar de Dios, es vivir en la idolatría.

Hace veinte siglos, cuando Jesús proclamaba estas palabras tan revolucionarias ¿qué era el dinero? Entonces no había Bolsa, ni FMI… si acaso algunos prestamistas y publicanos ¿qué diría Jesús hoy? Siempre ha habido codicia y guerras por la ambición de unos y de otros pero el culto al dinero que hay hoy yo creo que no. El ambiente de corrupción con el único objetivo de lucrarse es escandaloso en el sentido más literal. Tenemos tantas piedras en las que tropezar que terminamos pensando: ¿Si todos roban por qué no lo voy a hacer yo?  Si Dios reina el mundo es una gran fraternidad, si reina el dinero el mundo es un gran mercado. Si servimos a Dios tratamos a los demás como hermanos y compartimos con ellos, si servimos al dinero tratamos a los demás como agentes con los que comerciar.



Y en el fondo de todo hay una cuestión de fe. No es un problema ético. Terminamos sirviendo al dinero porque no terminamos de fiarnos de Dios. Jesús hoy nos invita a confiar en el Padre y no agobiarnos por lo material. El que se fía y se lanza se sirve del dinero pero no pone su confianza en él. ¿Qué experiencia tenemos de la providencia, del cuidado del Padre por sus hijos que son mucho más importantes que los pájaros y los lirios? Si todo lo hacemos con cálculos humanos y no dejamos espacio a la confianza en Dios nunca experimentaremos lo que es la providencia. Vivir en la providencia requiere un equilibrio no siempre fácil entre ser un hippy con mucha cara y un mezquino avaro. Para entender esto sólo hay que mirar a los niños, si no han sido contaminados viven así. Os invito a contemplarlos y aprender de ellos. Feliz fin de semana y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí. 

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