La saliva me recuerda al bautismo. La fe que recibimos
en el bautismo nos da una luz especial para ver la realidad de modo diferente.
Pero la luz de la fe es una lámpara que necesita aceite cada día. Ese aceite es
la Palabra. La Palabra es lámpara sólo si la ponemos en práctica, si nos
limitamos a escucharla seguimos en la oscuridad, en la ceguera. No poner en
práctica la Palabra es tener la lámpara llena de aceite sin encenderla. Y además
la constancia y esa constancia engendra dicha, felicidad. Le damos gracias al
Señor porque cada día nos mantiene los ojos bien abiertos para ver el
sufrimiento de los pobres y nos alienta a ser misericordiosos con ellos. Feliz
día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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