lunes, 13 de enero de 2014

No sé vosotros, pero ya tenía yo ganas de volver a la normalidad en la liturgia. Y aquí estamos en la orilla del lago, hay una brisa fresca de la mañana. Estamos repasando las redes después de vender el poco pescado que hemos recogido. Por la cabeza nos ronda si no hay nada mejor en la vida que esperar, si no habrá algo más grande en que podamos emplear el tiempo. Y por la orilla, entre la bruma aparece un hombre envuelto en su manto que se para a nuestra altura y se dirige a nosotros. No lo conocíamos, pero su voz nos parecía familiar. Y sin mediar más palabra nos dijo que le siguiéramos. Al escuchar esas palabras algo dentro de nosotros se removió. Es como si lleváramos tiempo esperándolo. Fue como cuando conoces a alguien y surge el chispazo dentro... dejémonos encandilar por esta llamada. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.  

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