No sé vosotros, pero ya tenía yo ganas de volver a
la normalidad en la liturgia. Y aquí estamos en la orilla del lago, hay una
brisa fresca de la mañana. Estamos repasando las redes después de vender el
poco pescado que hemos recogido. Por la cabeza nos ronda si no hay nada mejor
en la vida que esperar, si no habrá algo más grande en que podamos emplear el
tiempo. Y por la orilla, entre la bruma aparece un hombre envuelto en su manto que
se para a nuestra altura y se dirige a nosotros. No lo conocíamos, pero su voz
nos parecía familiar. Y sin mediar más palabra nos dijo que le siguiéramos. Al
escuchar esas palabras algo dentro de nosotros se removió. Es como si
lleváramos tiempo esperándolo. Fue como cuando conoces a alguien y surge el
chispazo dentro... dejémonos encandilar por esta llamada. Feliz día y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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