En mi Parroquia he colocado un árbol sin hojas y debajo a
una Imagen de la Virgen vestida de Azul y Celeste. Como este año el segundo
domingo de Adviento coincide con la Inmaculada he querido que la corona de
Adviento sea inmaculista. En las ramas del árbol cuelgan cuatro farolitos que
se van encendiendo. María está al pie
del árbol como Eva, pero no para decir no sino para decir ¡SI! Es la victoria
del amor sobre el pecado, la Nueva Eva pisa la serpiente. El día que dijo sí
empezaron a resonar los cánticos de victoria.
Reflexionando sobre la vocación cristiana he
redescubierto la vocación general de todos los bautizados a la santidad, que en
términos de nueva Evangelización es vocación a la felicidad. Cuando hablamos de
santidad puede parecer que hablamos de perdernos algo de la vida. El Ángel, al
saludar a María le dice: “Alégrate llena de gracia”, ¿Cómo invitar a los demás
a ser santos sin echarles un jarro de agua fría? ¿Cómo expresarles que están
llamados a una felicidad plena? ¿Por qué
tantos cuando oyen los pasos de Dios se esconden y le tienen miedo?
El que no acoge la vocación a ser Hijo de Dios es un “des-graciado”.
No se deja llenar del Amor de Dios, no alcanza la plenitud en su desarrollo
personal. Estoy convencido que la madurez plena de la persona está en dejarse
santificar, dejarse transformar por el Espíritu Santo. Ciertamente que este proceso no es fácil. María
no lo tuvo fácil quedándose embarazada sin conocer a varón. La serpiente se
retuerce y no deja de subirse al árbol para engañarnos con espejismos. ¿Dónde tenemos puesta la mirada? No miremos a
la serpiente, miremos a ella, la Virgen Inmaculada y oigamos de sus labios su “FIAT”
su amén y seamos valientes de darle a Dios el nuestro. Feliz fin de semana y
bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.

No hay comentarios:
Publicar un comentario